Hijo de Fernando III el Santo y Beatriz de Suabia, accedió al trono en 1252 a la muerte de su padre y reinó hasta su muerte en 1284.

Fue un monarca intelectualmente inquieto, ambicioso y culto que amó a Murcia y conoció por sí mismo la ciudad, la huerta y sus gentes. No en vano, plasmó su deseo de que tras su muerte, sus entrañas fueran enterradas en esta tierra.

Podemos considerarlo el principal artífice de la tremenda transformación que se originó en Murcia tras la incorporación de nuestro territorio a la Corona de Castilla en 1243. Llevó a cabo la organización del territorio para integrarlo en las estructuras castellanas. Y lo que es más importante, diseñó el marco legal sobre el que descansa la evolución posterior de nuestro municipio. El reparto de tierras entre los nuevos pobladores cristianos, la constitución del Concejo, la creación de la norma legislativa básica y el marco inicial de convivencia entre los ciudadanos, son obra del monarca más apreciado en nuestra ciudad.

De todos estos acontecimientos tenemos constancia documental en el Archivo municipal. El vínculo de Alfonso X con nuestra ciudad se pone de manifiesto en la gran cantidad de documentos dirigidos a Murcia que expidió su Cancillería y que el concejo supo conservar para garantizar sus derechos. Una riqueza patrimonial de la que sentirnos orgullosos y que iremos compartiendo a lo largo de este año.